BLOG DE RAÍZ SEFARDÍ

HILULÁ DEL TZADIK DAVID ABUJATZEIRA

El 14 de Kislev es la Hilulá del Tzadik, David Abu'jatzeira, 

Apodado "Baba Do" o "Ateret Rosheinu

14 de Kislev


Con motivo de la Hilula (aniversario de su fallecimiento) de nuestro maestro, el Rav David Abujatzeira, les prsentamos un breve recorrido por su historia.

 ¡Quien hable del Tzadik en el día de su Hilulá, él intercederá por esa persona! Encienda una luz en su memoria y diga “Lijvod Ateret Roshenu, Zejutó Taguén ‘Alav Ve Aleinu Ve Al Kol Israel” y luego ore. ¡Que su mérito proteja a todo Klal Israel, Amén!

El Tzadik David Abujatzeira alcanzó alturas de elevación espirituales que eran aún inexploradas en su familia y en su tiempo. Él fue designado heredero espiritual de su abuelo, el Tzadik, el Avir Ya'akov Abujatzeira. Se había vuelto tan santificado que la gente incluso temía mencionar su nombre; pues todos se contentaban con llamarlo "Baba Do"; después de su muerte, era costumbre añadir a su nombre la expresión “La Corona de Nuestra Cabeza”  es decir Ateret Rosheinu.

El Rav David tuvo el mérito de trabajar junto a su abuelo Yaakov hasta la edad de 14 años, años durante los cuales pudo elevarse en la Torá, en la santidad, en el temor a Dios y en la Buenas Midot. 

Inspirado por las costumbres de su padre y de su abuelo, ascendió gradualmente en el escalafón del servicio divino hasta alcanzar el nivel de los más grandes Jasidím del pueblo judío. Cuando se hizo adulto, incluso figuras rabínicas mucho mayores que él se inclinaron ante su grandeza. Había adoptado los comportamientos de su abuelo el Abir Ya'akov y era en su generación un Tzadik Ha'Dor y el gran Mekubal de Tafilalet.

El Esplendor de David


En el libro Ani Ledodí, el Tzadik Rav Yé'hiya Dahan informa que el el Rav David había establecido una gran biblioteca para los estudiantes y que había construido dependencias para contener a la gran cantidad de gente pobre de la ciudad, donde les servía bebidas y comidas hasta que estén llenos. 

También hizo construir Mikvaot para las mujeres y otros para hombres. Nunca se enorgulleció de sus logros y juzgó favorablemente a todos los judíos. También evitaba los honores, abandonaba regularmente su lugar de residencia para vagar de ciudad en ciudad sin alojarse nunca con nadie. Sólo se llevó consigo sus objetos de culto. En cada lugar al que llegaba, se comprometió a formar profesores para clases pequeñas así como Shojatím (degolladores) especializados.

El alma angélica extra que se le concede al Judío en Shabat estuvo presente en su casa incluso durante la semana. Toda su comida fue consumida en pureza. Su rostro estaba radiante como el sol y hacía todo lo posible para permanecer en la sombra... Expresó el deseo de establecerse en Tierra Santa; Partió y llegó hasta Colomb-Béchar, en Argelia, donde fue capturado por miembros de su comunidad de Tafilalet, que le rogaron que no los abandonara. El Rav David comprendió que ésta era la voluntad divina y renunció a su proyecto.

Tal Como el Rey David

El Rav David también apodado “Ateret Roshenu” practicaba la Tzedaká y el Jesed en abundancia. Durante los períodos de hambruna y en la época en que reinaba en Tafilalet el tirano Mulay Ma'hmud que aterrorizaba a los habitantes de la región, donaba sus propios fondos y recaudaba dinero de los notables de la ciudad para redistribuirlo entre los pobres. 

Cuando algunas personas se mostraron reacias a aprovechar de la Tzedaká, el Rav David se ofreció a prestarles el dinero, aunque decidió en su corazón donar estas sumas. Lo hizo para aliviar el sentimiento de vergüenza que se apoderaba de los necesitados.

El canto y la música ocuparon un lugar central para el Rav David, quien los utilizó para alzarse en la escala de la santidad, como lo habían hecho los Sabios de todas las generaciones y sus propios antepasados. El libro Yaguel Ya'akov informa sobre una impresionante cantidad de poemas y canciones exaltadas compuestas por el Rav David.

Incluso hoy en día, la mera mención del nombre del Rav David Abujatzeira es suficiente para despertar un profundo sentimiento de asombro reverencial. Así, ese amor incondicional para con sus semejantes le fue devuelto y el que conocía aunque fuera solo un poco su dimensión espiritual quedaba impactado de miedo ante tal santidad.

Poco después de la muerte de su padre, el Rav Mass'ud, el 12 de Iyar de 5668 (1908), el Rav David, que ya estaba ocupándose con las obligaciones diarias vinculadas a la Mitzvá del Kivud Av Va'Em (honor a los padres), se comprometió a elevarse aún más en la santidad mediante el Hitbodedut (las plegarias de ruegos solitario al Creador). Y para ello se retiró al ático de su casa por seis años para dedicarse al estudio de la Cabalá y a realizar  los Tikkuním de acuerdo con las instrucciones del Arizal.

El Rav David y sus dos compañeros de estudio siguieron estas instrucciones al pie de la letra y sólo salían de su habitación para ir a la Mikvé. Sólo se permitía la entrada a aquellos que eran responsables de servirles las comidas. Nadie más lo veía, ni siquiera la gente de su casa.

El ático al que se habían retirado tenía un pequeño tragaluz que daba a la sinagoga cercana, lo que les permitía unirse al Minyan y escuchar Kadish y Kedusha sin tener que romper su aislamiento. Cuando los tres hombres terminaban la oración de la 'Amidá, tocaban la ventana varias veces para indicar a la asamblea que podían comenzar la repetición de la Amidá con el Shaliaj Tzibur.

Una tradición familiar afirma que los tres hombres se beneficiaban de la aparición del Profeta Elías (Eliyahu Ha'Naví), 

El legendario profeta los visitaba para ayudarlos a comprender ciertos pasajes difíciles de las sagradas escrituras y otros textos sagrados de los Judíos. Cuando, finalmente después de seis años de profunda elevación espiritual, salieron de su aislamiento, sus rostros irradiaban una luz tan intensa que la gente temía acercarse a ellos.




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