BLOG DE RAÍZ SEFARDÍ

EL PADRE DE LOS TACAÑOS Y LA ANGUSTIA

EL PADRE DE LOS TACAÑOS Y LA MISERIA DE LOS RICOS

Los Ricos Recién Casados Empobrecidos Por Circunstancia

Una historia para la mesa de Shabat 

Adaptado de un recuento de Torah-box

Eliézer y Abigail son una pareja de recién casados ​​cuyo hogar se beneficia, a priori, de unas condiciones económicas ideales. Sus padres adinerados se encargaron de comprarles todo lo necesario para que pudieran fundar su hogar con un buen inicio.

Les compraron un condominio de lujo en uno de los mejores barrios de Jerusalén; lo equiparon con muebles a su gusto, le agregaron todos los electrodomésticos de buena calidad. Los padres hasta les depositaron una suma considerada en su cuenta bancaria para que pudieran empezar su vida común con buen pie.

Todo lo que le faltaba a esa joven pareja rica era convertir ese espacio (el Condominio) en un hogar; es decir un lugar que contara su propia historia, donde pudieran expresar los propios intereses de esa nueva familia que estaban fundando con su matrimonio reciente. Ellos querían crear una conexión emocional y un sentido de pertenencia en ese espacio con la ayuda de los materiales físicos que ya tenían.

Pero ahora les cae encima toda una serie de desperfectos materiales, que les exigen gastos elevados y recurrentes, lo que ciertamente los inquieta, y que los desconcierta aún más, cuando esta serie de infortunios se repiten uno tras otros sin parar. 

Muchas veces una lectura superficial de los acontecimientos que nos suceden en la vida no nos permite comprender los entresijos. Tenemos que remontarnos mucho más atrás en nuestra memoria para merecer ver el cuadro en su conjunto... Veamos qué fue lo que pasó aquí:

La angustia empezó después de la suntuosa boda, tan pronto regresaron de la luna de miel, Eliézer el Jatán (el novio) se entregó enteramente al estudio de la Torá en un Colel de la ciudad. Mientras que Abigail, la Kalá (la novia) se consiguió un buen empleo en uno de los Bufetes de abogados de renombre en Jerusalén.

Sin embargo, a pesar de ese comienzo de sueño, la pareja de recién casados de una vez empezaron a vivir tremendas dificultades en su proyectado hogar de ensueño, Se revienta una cañería (tubería) en la cocina, hay que hacer un gran trabajo de alicatado con los azulejos de la cocina, tienen que destruirlo todo para las reparaciones de la plomería y luego volver a embaldosar el piso.

En el trabajo, Abigail siente que la han engañado; ya que ella injustamente no recibe el salario prometido. A pesar de sus quejas la firma de abogados sigue rechazando o tardando su solicitud de ajuste salarial.

Unos meses después llega el turno del sistema de calefacción a dañarse; y una vez más los recién casados se ven obligados a realizar labores de reparaciones costosas. Ellos no se atreven a pedirle ayuda a sus padres, ya que ellos invirtieron mucho para asegurarse de que sus hijos tuvieran un buen inicio sin dolores de cabeza. Por otro lado los padres con su generosidad grandiosa con que colmaron a los recién casados, no tienen ni idea de los rompecabezas con la que sus queridos hijos tienen que lidiar solos en el comienzo de su vida común. Ni se imaginan una tal situación financiera.

Abigail se supone recibir un buen salario, conveniente a su puesto y sus padres saben que ellos no tienen ninguna deuda, sin alquiler que pagar y sin préstamos que tengan que devolver o sea su salario debería bastarles para vivir sin preocupaciones. Sin embargo, ellos se vieron obligados a gastar el dinero en su cuenta bancaria inmediatamente, que sus padres le habían regalado y esos recursos se vaciaron de una vez. 

Muy a menudo, Eliézer y Abigail, angustiados por su miseria inexplicable se van a dormir sin comer sino solo con un bocadillo de pan. Con esa situación, Eliézer muy pronto comprendió que tenía dejar sus estudios y empezar a dar clases privadas para poder salir adelante; y tan pronto recibió su primer mes de salario se descompuso la lavadora y para hacer las reparaciones requeridas; ya que los padres habían olvidado incluir la suscripción de una garantía de seguro en el monto de la compra de los electrodomésticos, por lo que ahora la pareja deben desembolsar ellos mismos para todo tipo de reparaciones que se deben hacer cuando sea necesario. Lamentablemente, estas nuevas reparaciones cuestan mucho más de lo que Eliézer acaba de ganar.

Se trata de una verdadera serie negra, que se sigue desarrollando sin que la joven pareja comprenda lo que les está sucediendo. Un día Eliézer se encontró con su Rav (su Rabino maestro); ahí Eliézer le relata la historia y le pregunta, Kavod Ha'Rav, dice él: ¿Cómo es posible que mi esposa y yo que salimos de padres tan ricos, nos vemos confrontando una pobreza y una miseria tan poco común? Tenemos tanta vergüenza que ni nos atrevemos decírselo a nuestros padres. Es como una maldición, cada vez que nos llega algo de dinero estamos forzados a gastarlos para hacer reparar algo.

Querido Rabino Eliézer, a mi parecer esto está muy claro, es que tú al igual que tu esposa tienen un tipo de Tikún reparatorio que hacer con alguien. Es posible que no se trate de que le deban dinero a nadie, pero podría ser que ofendieron, hiriendo profundamente a alguien con algo que tenga que ver con dinero. Tienen que pensarlo bien reflexionando quizás para llegar a algo que data de muchos años. Es posible que ya no les queda nada en la memoria, pues si no logran recordar lo que es, pídanle al Eterno para que les ayude a recordar, estoy seguro que él los ayudará a resolver este problema.

Eliézer con muchas dudas sobre ese asunto se despide de su Rav, al regresar con su esposa le cuenta lo que le dijo el Rav, pero Abigail le responde, lo siento Eliézer yo no llego a pensar en nada por el estilo, yo no tengo problemas de dinero con nadie; al contrario a mi me deben dinero; hasta mi jefe me debe mucho dinero, y yo sigo trabajando fielmente sin faltar. Pero bueno, ya que este es el consejo de tu Rav. Me voy suplicarle al Eterno para que nos aclare este asunto.

Ella se ausenta para hacer sus plegarias, mientras Eliézer se zambulle en sus reflexiones para ver si el alcanza a recordar algo. De repente vuelva Abigail con algo y le dice a su esposo: "Eliézer, Dios mío tú no te acuerdas de este joven, ¿Cómo lo apodaban? Ah, el Padre de los Tacaños".

Wow, gracias Abi, tus plegarias me lo han aclarado, sí, yo me acuerdo de ese joven de la Yeshivá (academia rabínica) que todo el mundo llamaba así, "El Padre de los Tacaños". Todo el mundo gastaba y se compraba comidas para comer, pero ese joven era tan tacaño que solo comía un pedazo de pan a diario. Y ahora tú y yo a veces nos vemos obligados a pasar los días solo con un pedazo de pan, por falta de que comer, estoy seguro de que esto tendrá algo que ver con este asunto. Yo me acuerdo que ese joven le molestaba muchísimo al principio que lo apodáramos así "El Padre de los Tacaños", pero luego notamos que se acostumbró y lo decía él mismo, que él era el Padre de los Tacaños.

Abigail le dice a su esposo, esto queda muy simple, tú tienes que buscarlo para pedirle perdón sinceramente. Eliézer recuerda muy bien ese episodio. La verdad sobre esa historia es que ese joven al cual todos apodaban el Padre de los Tacaños, su verdadero nombre es David, cuando él estaba en la Yeshivá, David simplemente no se podía dar el lujo de gastar como lo hacían sus compañeros, porque él provenía de una familia muy pobre que no podía darle nada de dinero que gastar en comida costosa, por lo que él se compraba lo que le alcanzaban las pocas monedas que tenía en sus bolsillos. Pero sus compañeros lo juzgaban mal, se reían de él pensando que David simplemente era demasiado tacaño como para gastar en comida, por eso siempre se comía solo un pedazo de pan.

David solo comía lo que la institución les servía, nunca compraba nada que comer en ninguno de los restaurantes de la ciudad, él nunca tomaba el autobús, siempre se movilizaba a pie para dondequiera que salía. No importaba el tiempo, con lluvia o viento, el pobre David lo hacía todo a pie. Por eso le valió el sobre nombre de "Padre de los Tacaños". Los compañeros le decían, ándale David, gasta un poco, la vida no se trata solo de economizar. Libérate un poco. Eliézer sabía que David era un estudiante muy serio y estudioso, pero no podía comprender su tacañería, porque él provenía de una familia de ricos, siempre tuvo el lujo de todos los gastos pagados.

El joven Rabino Eliézer ahora entiende que todo lo que les está sucediendo, a él y a su joven esposa, será a causa de los dolores y angustias que le causaron a David, lo que él no entiende es, porque David no parecía tan ofendido cuando se reían de él. Pero bueno, con esta información Eliézer llegó a visitar a su Rav y le explica esta historia, el Rav hace sus investigaciones y encuentra al famoso David. Eliézer lo llama de inmediato, se dan una cita. Eliézer le cuenta a David su historia de recién casado y sus problemas; David inmediatamente lo perdona sinceramente, pero le explica diciendo: "Sepan que ustedes muy hicieron sufrir mucho por todos esos años en la Yeshivá". El le sigue diciendo, en verdad yo no era tacaño, mis padres tenían una pobreza extrema, ellos no podían darme nada que gastar en comida. Yo por eso estaba obligado a caminar, por eso iba a pie, y no me alimentaba convenientemente. 

El daño que me causaron ustedes fue tremendo, y si te acuerdas que yo mismo había terminado apodándome a mí mismo con ese desgraciado apodo era solo para protegerme de sus palabras con las que me atacaban hiriéndome como dardos que penetraban las cicatrices de heridas frescas. Me escondía detrás de ese apodo para evitar sus ataques injustos. Lloraba a solas y me repetía a mí mismo "ese ricachón no tiene ni idea de lo que es la pobreza".

David perdonó a Eliézer, él había trabajado mucho en su Emuná (Fe), él se había fortalecido mucho.

De ese encuentro salieron varias estrategias, entre ellas se había organizado una recaudación de fondo para liberar a los amigos endeudados, se había organizado un gran encuentro con una cena conmemorativa, en la que el Joven Rabino Eliézer y Abigail, su esposa pudieran agradecerle al Eterno y a su Rav por haberles ayudado a salir de ese lío. 

¡Qué esta historia nos ayude a aprender a medir nuestros actos, a unos días de Yom Kipur, vamos a repasar, a reflexionar a quienes hemos herido y pedirle perdón y luego si es posible remediar por los daños causados!


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