BLOG DE RAÍZ SEFARDÍ

LIDERAZGO, KEHUNA EN LA PARASHÁ YITRO




APRENDIENDO EL LIDERAZGO EN LA PARASHÁ YITRO


Escucha, oh Israel, el Eterno es nuestro Dios, el Eterno es uno solo. Amarás al Eterno, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán en tu corazón.. (Deuteronomio 6:5-6)

La parashá de esta semana lleva el nombre de un Cohén, un sacerdote que no era Judía originalmente, alguien que venía de las tribus Midián, Yitro era el suegro de Moisés (la esposa de Moisés, una mujer llamada Séfora o Tzipora era su hija);

En esta Parashá, encontraremos los versículos más famosos de la Torá (de toda la Biblia), toda la humanidad llama a dichos versos “Los diez Mandamientos". Sin embargo, en el idioma original de la Biblia, Dios los llama diez Expresiones o diez cosas. 

En los llamados diez Mandamientos; de hecho, en estas diez cosas no encontraremos el mandamiento más importante de todos los mandamientos de toda la Biblia. 

¿Por qué será eso? Probablemente porque el Eterno Dios no quiere que vayamos a crear que la Biblia contiene solo diez mandamientos. Por esta fuerte razón, también notamos al leer que cuando Moisés terminó de escuchar los primeros diez mandamientos juntamente con todo el pueblo, él tuvo que escalar la montaña y permanecer allí él solo con Dios por 40 días, para poder aprender todos los demás mandamientos de la Biblia; los cuales son un total de 613 incluyendo los primeros que todo el pueblo había escuchado, y entre ellos encontramos el mandamiento más importante de todos que dice así:

"Escucha, oh Israel, el Eterno es nuestro Dios, el Eterno es uno solo."

"Amarás al Eterno, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán en tu corazón.. (Deuteronomio 6:5-6)"

Pues sí, ésta es una de las porciones más importante de toda la Torá, y lleva el Nombre de un Sacerdote (Cohén) que no era Judío, y no solo eso, sino que era unos de los idólatras más grandes del mundo, a parte de haber sido el Sacerdote de una religión pagana antes ingresar al pueblo Judío. Esta aparente paradoja nos recuerda que la Torá no sólo pretende hablarles a los Judíos, sino a toda la humanidad. Nuestra tradición bíblica no establece un límite estricto en cuanto a su sabiduría. Como dicen nuestros Sabios:

"Si te dicen que hay sabiduría entre las otras naciones del mundo, se lo puedes creer. Pero si te dicen que hay Torá entre las otras naciones, no se lo creas, porque aunque el Eterno quisiera darles la Torá a todas las naciones, sólo Israel quiso heredarla. Los gentiles no quisieron ni aún recibir la Torá (Midrash Eijá Raba)."

ENSEÑANZA DE LIDERAZGO POR YITRO


La primera contribución de Yitró fue asesorar a Moshe Rabenu (Moisés) sobre una nueva organización judicial en la sociedad para crear un sistema que implemente la delegación de poder y jueces competentes para juzgar sobre temas específicos entre la gente.

Yitró le dijo a Moisés:

“Debes representar al pueblo delante del Eterno y someterle sus diferencias. Debes enseñarle a la gente Sus decretos e instrucciones (es decir, Su Torá), mostrarle a la gente cómo debe vivir y cómo debe comportarse. Pero escoge de entre el pueblo a personas capaces de ser líderes de entre todo el pueblo, personas que le temen a Dios, personas de confianza, personas que aborrecen las ganancias deshonestas, y debes establecerlos como líderes, que sean capaces de tomar decisiones y ponlos a cargo de grupos de miles de personas, líderes de centenares, líderes de grupos de cincuentas y líderes de decenas."

Y que dichos líderes sirvan como jueces para todo el pueblo en todo momento, pero pídeles que te presenten a ti todos los casos más difíciles; ellos pueden decidir por sí mismos sobre los casos simples. Entonces, así tu carga será más liviana de esa manera, porque ellos compartirán la carga contigo (Éxodo 18:19-22).

EL CARACTER Y LA CALIDAD DE UN BUEN LIDER


Moshé (Moisés) rápidamente llegó a reconocer la importancia de este consejo que le dio su suegro, Yitro, y lo aplicó. Es así como debe ser el liderazgo; nunca debe entenderse como un ejercicio de poder solitario y autocrático, sino más bien como una capacidad para sacar nuevos líderes de tu entorno. Es precisamente con este criterio que medimos la calidad de un líder, en la forma en que éste logra crear seguidores que pueden tomar el relevo.

Esta idea encuentra un desarrollo aún más profundo en nuestra Parashá, gracias a la declaración de los diez mandamientos en el Decálogo, las diez declaraciones divinas que hoy llamamos los diez mandamientos; aunque realmente sea un nombre erróneo para eso.

En el verso que precede a esta afirmación del decálogo, el Eterno especifica su meta deseada:

"Ustedes mismos vieron lo que hice con Egipto, cómo los llevé a ustedes sobre alas de águila y los traje a mí. Ahora, si me obedecen completamente y si guardan mi pacto, serán para mí el bien más preciado entre todas las naciones. Todo el planeta tierra es mío, pero ustedes serán para mí un reino de Cohaním (Sacerdotes) y una nación santa (Éxodo 19:4-6)."

Por lo tanto, esto mismo estableció la cuestión de hacer de todos los hijos de Israel una nación de sacerdotes, o sea "Cohaním" en el idioma hebreo. Sin embargo, como observó el Rav Y. Sacks zatsal, el término "Cohaním" designa no solo a los encargados del servicio divino (es decir sacerdotes), sino que de manera más genérica también debemos considerarlo como "líderes", "príncipes" o incluso "siervos en general". Por lo tanto, la Torá nos recuerda que todos los "hijos de Israel" (es decir los Judíos) estaban destinados a ser líderes, cada uno de ellos era un líder espiritual.

No es un privilegio que Dios le ha dado a una sola persona, o a una minoría de personas, que tendrían la vocación de guiar a sus hermanos e imponerles su autoridad. No, la Torá enfatiza que el poder "espiritual", es algo para todos los judíos, para que todos puedan convertirse en una luz en el mundo.

En efecto, una de las lamentables trampas que el poder puede ejercer sobre los hombres es muy a menudo la de relevar a las personas de la responsabilidad que recae sobre la cabeza de todas las personas. En la que toman las decisiones que son la responsabilidad de todas las personas, y lo delegarán a los llamados "líderes" en nuestra sociedad, luego el resto de la sociedad simplemente siguen las órdenes de esos Jefes.

Este enfoque es algo que es imposible en la tradición que Dios le dio a todo el pueblo Judío, nuestro Dios está invitando a cada uno de ellos a demostrar los más altos estándares morales frente a sí mismo y los demás. Este principio tiene dos aplicaciones fundamentales. La primera es que cada persona es un amo potencial para su prójimo, como dice el Pirkei Avot:

"¿Quién es sabio? El que aprende de todos".

Y la segunda aplicación es que “cada uno de los hijos de Israel sean responsable, como decimos en el idioma hebreo:

"Kol Israel Arevím Zeh La'Zeh". Cada uno de los hijos de Israel debe ser considerado un "sacerdote" potencial o sea un Cohén, o un líder, un representante de Dios en la tierra.

Es por eso que la revelación en el Monte Sinaí descrita en esta Parashá fue hecha a todo el pueblo juntamente, millones de Judíos, todos ellos escucharon cuando el Eterno habló en sus oídos. Dios no habló al oído de una sola persona, este es un hecho histórico único en la historia de la humanidad. Este principio también explica la ausencia de clero en la religión Judía (No hay papa). Así como el Eterno habló al oído de cada persona, así cada persona tiene la capacidad de hablar directamente con el Eterno, y no es necesario ningún intermediario.

Así le recuerda el Dueño del mundo, el Creador, a todos sus hijos, el pueblo de Israel, la eminente dignidad que tienen, por ser también "hijos" del Eterno; Todos los hijos de Israel tienen acceso directo al Amo de la Tierra, al Amo del Universo. Por lo tanto, tampoco había provisión para la función de "Rey" dentro del pueblo Judío, y solo por insistencia del pueblo, y con pesar, esta función se establecería más tarde.

El Creador tenía un plan mayor para Sus hijos quienes tienen una dimensión real dentro de ellos. Dicho de otro modo, cualquier renuncia a la propia libertad, a la propia autonomía, sometiéndola al decreto arbitrario de otro, es un fracaso de la Torá. A las personas se les llama sirvientes del Eterno, y sirvientes de otro sirviente.

La Torá exhorta así a cada persona a la "grandeza", dirigiendo la palabra de Dios a cada individuo y negando que el liderazgo espiritual sea privilegio de una minoría. Esto no significa, sin embargo, como veremos más adelante en el episodio de la rebelión de Coré (Koraj en hebreo), que toda autoridad espiritual sea ilegítima.

La "Kehuná" como "sacerdocio" siempre será un privilegio para los hijos de Aarón, y cada uno tiene una función específica y un lugar específico que deben respetar. Pero esta organización no es un límite a la vocación espiritual de las personas, es, por el contrario, un fundamento necesario para poder desplegar toda su riqueza y servirle al Eterno de la mejor manera posible. Estas cosas son un límite que libera más que todos los límites. Nos permitirá comprender nuestro lugar en este mundo y, por lo tanto, que podamos apreciar mejor el impacto que podemos tener y cómo podemos servir al Eterno de la mejor manera posible.

Como vimos la semana pasada con nuestro estudio sobre el liderazgo de las mujeres, no necesitamos ser el centro de la atención para ser un líder calificado. La historia se escribió muchas veces en las acciones decisivas de mujeres y hombres que actúan con discreción, pero que sin embargo se constituyen en verdaderos líderes.

¡Qué el Santo Dios, Bendito sea, nos permita encontrar nuestro lugar y usarlo con la dimensión de la realeza que permanece en cada uno de nosotros!

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Esta enseñanza es una inspiración de la Sabiduría del Rebe de Luvabitch.


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