BLOG DE RAÍZ SEFARDÍ

LA RECOMPENSA DE QUERER HACER EL BIEN A SU PRÓJIMO


LA RECOMPENSA DE QUERER HACER EL BIEN A SU PRÓJIMO EN ESTE MUNDO
AFECTA LOS MUNDOS CELESTIALES


Hoy penetramos en el Capítulo 11 de las sagradas palabras del libro de secretos de la Torá; en el cual leemos sobre las Mitzvot (los mandamientos) que rigen la relación entre el hombre y su prójimo.

Primera Parte I

1. Las leyes establecidas por Dios que rigen la relación entre el hombre y su prójimo, es decir, el hecho de que una persona se esfuerce por hacerle bien a otra y hecho de que ella evite el hacerle sufrir a la otra, estas cosas son en realidad el fundamento de la nación del pueblo de Dios. Tal y como fue enseñado en las sagradas escrituras del Tratado Yevamot en la página 79/a. donde se nos enseña que la empatía y la generosidad son los rasgos característicos del pueblo de Israel.

2. Sin embargo, aunque todos los miembros del pueblo de Israel, sin excepción quieran hacer el bien a su prójimo y quieran evitar hacerle sufrir, lamentablemente, para la gran mayoría de ellos, terminan siendo víctimas de dos errores que les impiden cumplir con esta Mitzvá. 

La primera, es que cuando una persona desea hacer el bien a la otra y que por alguna razón u otra, se le impide hacerlo, en la mayoría de los casos este tiene la sensación de haber hecho esfuerzos en vano, y él pierde todo el deseo de continuar con este tipo de acción.

3. Ahora bien, hay saber que este es un desprecio terrible, mostrado por este pasaje bíblico al comienzo de la Parashá “Vayerá” que está en Génesis capítulo 18, donde leemos que Avraham Avinu cuantificó sus esfuerzos para alimentar a los ángeles. Y en el capítulo 7 de las sagradas escrituras del Tratado Baba Metzía, la Guemará enseña que por el mérito de esta acción de Avraham nuestro padre, él obtuvo de que además de los otros favores que sus descendientes fueron gratificados,

Por el Maná que caería del cielo por los cuarenta años que pasarían en el desierto. Avraham por lo tanto recibió una recompensa increíble, ya que fueron varios millones de personas que se beneficiaron del Maná milagroso que descendió del cielo, de una comida diaria por cuarenta años [y esta no es la única recompensa, ha habido muchos otros grandes beneficios también]. Pero precisamente, aunque se apresuró a darles de comer a los ángeles, Avraham, estrictamente hablando, no hizo bien a su prójimo ya que los ángeles no necesitan comer. Pero Avraham, al no haber sabido de inmediato que estaba tratando con ángeles, fue juzgado por su intención de alimentarlos amablemente. ¡Y es a cambio de este solo deseo de haber querido hacer el bien a su prójimo que recibió una recompensa tan extraordinaria!

4. Para explicar por qué, incluso cuando nuestra voluntad de hacer el bien no tiene éxito, somos sin embargo grandemente recompensados, se podría argumentar que lo esencial es la voluntad de hacer el bien y los esfuerzos que la acompañan.

Pero, el autor de "Hafetz Haim" enseña que hay otra razón más profunda para esto. En efecto, como hemos visto más arriba, la Creación ha sido ordenada de tal manera que las acciones que realizamos aquí abajo tienen influencias directas sobre los mundos celestiales superiores mientras que, recíprocamente, los mundos celestiales superiores condicionan este mundo terrestre de aquí abajo. Así, el “Jafetz Jaim” escribe que cuando un miembro del pueblo de Dios busca hacer Jesed en este mundo, independientemente de si ha logrado su objetivo o no, despierta sin importar el atributo de 'Jesed que existe hasta allá en los mundos celestiales superiores, trayendo así beneficios extraordinarios para todo el pueblo de Israel.

¡Por lo tanto, uno nunca encontrará a nadie que se esfuerce por hacer 'Jesed (bien) y fracase! ¡Ya que por el contrario, desde el momento en que uno se aplica a hacer Jesed, al activar el atributo de 'Jesed en los mundos celestiales, uno logra el bien (Jesed) pase lo que pase!

5. Y confiando en una enseñanza de nuestros sabios · El Hafetz Haim agrega que si uno logra alcanzar su objetivo, al realizar esta Mitzvá, la recompensa es aún mayor.

6. El segundo error que muchas veces nos vemos llevados a cometer cuando queremos hacer el bien al prójimo y cuando queremos evitar hacerle sufrir, es que muchas veces tendemos a querer realizar grandes cosas y nos abstenemos de los pequeños gestos...

Hay muchos, por ejemplo, que tienen mucho cuidado de no causar un gran dolor a los demás, pero que no se molestan en causarles toda clase de pequeñas molestias. Sin embargo, es fácil comprender que es necesario evitar frente al prójimo todos los tormentos, cualesquiera que sean. En su colección de cartas ("Kovetz Ha'Iguerot"), el "Jazón Ish" escribe sobre el tema que hacer sufrir a alguien, aun con la ayuda de una simple palabra, y aun por muy poco tiempo, equivale a transgredir una prohibición de la Torá (la biblia), por lo tanto, es necesario ser muy cuidadoso y estar extremadamente atento para no llegar a esto, esta es una obligación fundamental, feliz es quien la respeta sin fallar.

7. Asimismo, con respecto a querer hacer el bien al prójimo, uno no puede contentarse con esperar hasta tener los medios para realizar grandes obras, porque la Mitzvá es la misma con respecto a las cosas pequeñas.

Segunda parte

1. También debemos tener presente otro principio fundamental que debe ocupar toda nuestra atención. Hay que saber que muy a menudo sucede que, por una u otra razón, una persona puede estar en una profunda angustia emocional, una cosa que es muy frecuente hoy en día debido al tipo de existencia al que somos llevados a vivir. Sin embargo, la mayoría de las veces, ninguna señal exterior sugiere que en el fondo, el corazón de esta persona está roto en mil pedazos. Hacerle daño, aunque sea un ligero fastidio, puede, por tanto, causarle un profundo sufrimiento, ya que el menor disgusto se suma a la desesperación general en que está sumida esta persona. Y a la inversa, quien tiene el Zejut (el mérito) de hacer feliz a esa persona, incluso con menos que nada, es probable que transforme por completo la situación emocional de esa persona.

Se nos cuenta que vino una vez una persona del pueblo a consultar el gran Maestro, el Jazón Ish, y le hizo tantas preguntas, le preguntó sobre asuntos importantes y otros de menor importancias, cosas grandes y pequeñas; sin embargo, a pesar de lo ocupado que puede estar alguien como el maestro Jazón Ish, se tomó todo el tiempo para contestarle todas sus preguntas a esa persona, aún las cosas que parecían como nada en su valor. Luego al terminar, esta persona le pidió disculpa por haber tomado el tiempo en cosas tan insignificantes como sus problemas pequeños considerando que el maestro podía haber ocupado ese tiempo valioso en el estudio y escudriñando las sagradas escrituras. Pero el maestro le contestó que cuando vienen a hacerle preguntas sobre asuntos que dicen ser muy valiosos o importantes como la compra de un condominio o invertir en un negocio, etc. los consejos que reciben de mi en general no tienen ningún impacto en la conclusión final de un negocio u otro; mientras que cuando mis consejos son más valiosos es en realidad cuando les permiten a la persona tranquilizarse al final; ahora bien, con lo que concierne las consultas a un Rav (un rabino maestro o juez), no hay ninguna diferencia entre los consultantes; ya sea que se espere respuestas para cosas en materias extremadamente importantes o en cosas de las más sencillas de la vida cotidiana. 

De esa anécdota aprendemos un gran principio; hay que saber que aunque la Mitzvá (mandamiento) de hacerle bien a su prójimo o el evitar de hacerlo sufrir a veces tiene que ver con cosas muy sencillas o insignificantes, eso no se detiene ahí; ya que en la mayoría de los casos esos asuntos, dichos sencillos, en gran mayoría de sus casos no tienen absolutamente nada de insignificantes. Por lo contrario, siempre y cuando sean motivos que pueden hacer sufrir o alegrar a una persona, pues son sumamente importantes.

Finalmente hay que tener pendiente también que las leyes que rigen las relaciones entre una persona y su prójimo son también válidas en ámbito espiritual. Es de hecho una gran Mitzvá poder ayudarle a alguien a comprender algo de las sagradas escrituras cuando ella no logra entender un versículo de la biblia o cualquier parte de las sagradas escrituras en general. Hay que ayudarle a su prójimo a entender lo que no logra por entender. Nuestros sabios enseñan que la persona que actúa de esa manera y tiene el deseo de ayudar a los demás, esa persona se llenará de gran éxito en propio entendimiento de las sagradas escrituras (la Torá).

Además existe un misterio secreto de la Torá que es puedo conocer, y es que cada vez que una de las personas del pueblo de Israel estudia la Torá o que cumple una Mitzvá (un mandamiento), ella aporta misteriosamente un gran sostén a toda la nación del pueble de Dios (Israel). Todo eso, gracias a su estudio o de su acto los mundos celestiales de arriba alcanzan sus grados de perfección los más elevados. Y una abundancia de beneficios y bendiciones espirituales y materiales se derraman sobre todo el pueblo. Y eso es aún más cierto cuando una persona encuentra grandes dificultades que le impiden avanzar en sus estudios o no puede comprender, hasta el punto de querer abandonar; pero hace grandes esfuerzos para lograrlo, especialmente cuando sus esfuerzos en materia de una Mitzvá son motivados porque tiene empatía por alguien que sufre, y el desea ayudarlo por medio de su estudio.

Con esto concluimos este artículo diciendo que eso es el cumplimiento perfecto de las leyes que rigen las relaciones entre la persona y su prójimo; sobre todo porque revelan también la relación entre la persona y su Creador en cuanto a que el Eterno nos ha ordenado a respetarlas.

¡Qué tengas éxito con las Mitzvot (Los Mandamientos)!

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Este artículo fue traducido y adaptado de la gran obra Pirkei Ha'Majshavá (Secretos de la Torá) - Primer Portal, Capítulo 11, la primera y la segunda parte. Por el Gran Maestro de la Devekut Ha'Boré el Kabalista Ya'akov Adés Shelita, alumno del Gran Rav Kaduri Zt"l 








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